jueves, 24 de julio de 2014

Carlos del Pozo




 Este trabajo se encuentra en plena     redacción. 

           Última actualización: 
    16 de marzo de 2015



Dedicatoria

     Honrar a quien honor merece es la acción mínima posible al valorar el desempeño de seres excepcionales comprometidos con sus quehaceres. Esta pequeña obra quiere destacar también la presencia de quien durante años hizo vida laboral y académica en el Laboratorio de Demostraciones de Física del Departamento de Física, Facultad de Ciencias, de la Universidad de Los Andes. Se trata de José Guerrero, personal técnico responsable del laboratorio. Se inicia en este singular espacio pedagógico sin conocimiento alguno de los conceptos de física clásica que aún se enseñan en los cursos de Ciencias e Ingeniería; no obstante, la responsabilidad con su trabajo, la curiosidad por la diversidad fenomenológica presente en tales espacios lo involucran con el instrumental y en poco tiempo asoma destrezas en su manejo, funcionamiento, mantenimiento y construcción de prototipos. José Guerrero se hizo indispensable en el Laboratorio. Era él quien conocía su ubicación en la estantería del laboratorio y su funcionalidad; quién los seleccionaba y preparaba para su inmediata utilización, como herramienta didáctica  en el aula de clase, por el docente de turno.


Entre la gama de experimentos que se mostraban en el Laboratorio de Demostraciones, destacaban los de electrostática, en los años ochentas; Guerrero afinaba la máquina de Wimshurst y el generador de Van de Graaff, hasta que saltaran chispas notables y el olor a ozono inundara los espacios docentes; cargaba las botellas de Leyden, lograba que esferitas de anime recubiertas con grafito mantuvieran sus cargas por tiempos prolongados y manifestaran sus consabidas propiedades eléctricas atractivas o repulsivas. Con paciencia seleccionaba, recogía y secaba semillas de grama que luego esparcía en la cubeta de aceite en las experiencias de líneas de fuerza del campo eléctrico. Era él quien conocía la cantidad precisa de benceno a depositar en la cápsula para simular la "casa explosiva" en la experiencia demostrativa del pararrayo de Franklin; sabía cómo y dónde colocar al inocente espontáneo para inducirle contorsiones y brincos con chispas eléctricas, con el despliegue de su cabellera cual electroscopio humano. Guerrero se adelantaba a los gélidos amaneceres andinos con el instrumental preparado para la clase de las siete. Guerrero también fue un paciente maestro. Le sobraba disposición al asistir estudiantes en innumerables proyectos experimentales. Varios kits de electrostática, máquinas de Wimshurst, prototipos didácticos de motores eléctricos, entre otros, exhibieron estudiantes de bachillerato en sus respectivas instituciones educativas con su ayuda desinteresada. José Guerrero tiene el alma escrutadora de Carlos del Pozo. Sin formación académica especializada ambos abordan el estudio de la electrostática y se distinguen en sus respectivos espacios. Uno, en la inmensidad de la llanura durante la época colonial vislumbra a Humboldt; el otro, en la década del ochenta y noventa, secundando la docencia universitaria fortalece la enseñanza de la Física con innumerables experimentos demostrativos.  



Introducción

El presente trabajo llama la atención sobre cierto estudioso de las ciencias naturales que vivió a finales del siglo XVII y principio del XVIII en los llanos venezolanos y que realizó, amparado en la lectura de dos libros de Física de la época, aportes significativos a su comunidad. Lo lamentable es que ningún autor de texto, público o privado, de las asignaturas de Física, Química, Ciencias Naturales o Estudios de la Naturaleza, ha realizado la más mínima reseña biográfica del personaje en cuestión en la descripción de los respectivos contenidos programáticos. De no ser por el testimonio de un gran hombre de ciencia que sí lo reporta en sus obras, hoy en día seguiría siendo un completo desconocido. Peor aún, la gran mayoría de los docentes e investigadores del tema educativo de las cátedras de historia de las ciencias, de las facultades de educación y pedagógicos de nuestro país, desconocen su existencia. Aparte de Humboldt, sólo algunos historiadores (Pérez M., Héctor ,1987 ; Freistes  Yajaira, 2004; Malaspina, Edgardo, 2001) comprometido con el rescate de la memoria colectiva de nuestro pueblo, le han sacado del anonimato en su artículos de investigación, resaltando un poco su importancia histórica en los desarrollos científicos de la época. El epónimo de una unidad educativa de un estado llanero honra su presencia en el ámbito científico.

            

          Descubriendo al inventor

Por doquier, en nuestra nación, han existido y existen compatriotas que se han granjeado el respeto y la consideración de sus coterráneos gracias a los aportes realizados en beneficios de sus comunidades. Muchos de ellos han pasado al anonimato y la temporalidad los ha ubicado en el aposento del olvido; otros, más afortunados, han permanecido en la memoria colectiva favorecidos por las oportunas referencias realizadas en obras imperecederas. Un caso digno de atención lo representa un "guariqueño" de la época colonial, quién encuentra un pertinente salvavidas memorial en los ensayos de un Dragón que le adjudica su merecida persistencia histórica. Con este Dragón, zarpa hacia la mar de los sentimientos el célebre poeta Ramón Palomares desde Alegres Provincias, quién con su sensible prosa nos relata: "Un pequeño barco viaja hacia América. Entre todos los barcos grandes y pequeños este barco lleva un Dragón. El Dragón se pasea por la cubierta entre los peces voladores: con un termómetro de plata sondea la fiebre marina, con sus largos ojos de serpiente trabaja la noche. El soñador, el Dragón va en busca del mundo. Es un pequeño barco en viaje hacia América pero sólo él entre todos lleva un Dragón... y entonces el pequeño navío se vuelve hacia una tierra nueva donde Yo el Dragón partiré al encuentro del mundo". 


Alexander von Humboldt 

Hace referencia al joven sabio naturalista alemán Alexander von Humboldt (1769-1859), quién avizora en noviembre de 1799 las costas venezolanas, desembarca en  Maiquetía y llega a Caracas, capital de la Capitanía General. Acababa de pisar, por vez primera, tierras del Nuevo Mundo. Varias de sus alforjas contenían "...instrumentos astronómicos, relojes, barómetros, termómetros, higrómetros, electrómetros, eudiómetros, magnetómetros, brújulas..." que "arribaron sin problemas y están en constante uso" como refiere en Cartas Americanas. Instrumental diseñado y construido por los mejores artesanos europeos de la época para realizar con suficiente precisión las medidas de los procesos naturales de diferentes índoles durante su itinerario  preconcebido. Para ese entonces, se gestaba la emancipación de nuestra patria del imperio español, de modo que rumbo a la Capitanía General, se entera de que Manuel Guevara y Vasconcelos -quién con beneplácito lo recibe-, gobernador y capitán general de la provincia de Venezuela, dos años antes  aplicaba la Ley contra conjuras para condenar el primer intento emancipador liderado por Manuel Gual (1759-1800),  José María España (1761-1799) y Juan Picornell (1759-1825), con la intención de exterminar de raíz el nefasto nexo español. Meses antes, Simón Rodríguez, por estar involucrado en tal movimiento independentista, inicia su periplo hacia el viejo mundo europeo y Bolívar, adolescente, arriba a casa del tío  Esteban en Madrid.  Durante su estancia de dos meses, se entera de la existencia de un personaje fuera de serie en saberes científicos que vivía en Villa de Todos los Santos de Calabozo, población llanera con alrededor de cinco mil habitantes; así que decide visitarlo, cuando emprende el viaje hacia los Llanos y al opulento Orinoco. Se referían a Carlos del Pozo y Sucre (1.743-1.812?), tal como él mismo lo reporta  en "Viaje a las Regiones Equinocciales Del Nuevo Continente".

Sus indagaciones sobre lugareños interesados en ciencia, arte y filosofía le confirmaban que las inquietudes científicas  en la región que acababa de pisar disponía de muy pocos o escasos adeptos. Por supuesto, los cautivados por este tema, los encontró entre los altos estratos de la aristocracia criolla (los Tovar, Rodríguez del Toro, Uztáriz, Montilla) y en integrantes de la  burocracia política y religiosa. En Caracas compartió con el Padre Puerto, quien tenía suficientes conocimientos de Astronomía, como para calcular el Almanaque de las Provincias de la Capitanía y el capuchino Francisco de Andújar, quien enseñó las primeras lecciones de matemáticas a Simón Bolívar (Freistes, Y., 2004). Sin embargo, días atrás en la Provincia de Nueva Andalucía, el gobernador Vicente Emparan le manifestaba su interés por los libros, entre ellos los de Física. En Caripe, se había topado también con el Tratado de la Electricidad del abate Nollet y Elementos de Química de Jean Antoine Chaptal en la biblioteca del hospicio de los frailes que los alojaron; obras, recién publicadas y traducidas al castellano que se convirtieron en documentos fundamentales para la enseñanza y divulgación de la ciencia en España y sus provincias americanas. Aunque de la capital no hace reportes específicos de esta bibliografía, no es de extrañar que alguna obra de las mencionadas estuviese también en los anaqueles de algún erudito caraqueño.




Entre los jóvenes ilustrados de la época, se cruzó en su camino uno de 18 años;  Andrés Bello, quién estaba culminando sus estudios en la Real Universidad Pontificia de Caracas, y como poseía "un buen conocimiento de temas científicos, filosóficos y literarios" tal como Iván Jaksic (2001) lo describe, se interesa por el viajero y lo acompaña en algunos de sus recorridos, pudiendo presenciar el despliegue del instrumental respectivo para el desarrollo de su trabajo científico durante el ascenso al Cerro del Ávila. Circunstancia ésta, que quizás constituyó el germen para la escritura, años más tarde, de su "Cosmografía, o descripción del universo conforme los últimos descubrimientos". Si Humboldt hubiese entablado conversación con el otro maestro del Libertador, habría conocido alguien también interesado en los incipientes desarrollos científicos logrados en Europa; a Simón Rodríguez le fascinaba la ciencia como describe Bolívar en carta dirigida a una amiga imaginaria y escrita en París en 1804 en su segundo viaje a España: "El señor Rodríguez sólo amaba las ciencias... Le encontraba siempre ocupado en un gabinete de física y química que tiene un señor alemán y en el cual debían ser demostradas estas dos ciencias, en asamblea pública,  por don Rodríguez. Apenas si le veía una hora cada día. Cuando lograba reunirme con él, me decía corriendo: amigo mío, diviértete... "2. Relato que confirma el interés y la dedicación de Rodríguez al tema científico. 

 Es de suponer que Humboldt no le diera tanta credibilidad a los comentarios que escuchó sobre la existencia de esta celebridad llanera. Llano adentro, en plena inhóspita sabana de fuertes vapores encendidos, se hacía ciencia fuera de los espacios de la academia europea y norteamericana, únicas, supuestamente, capacitadas para esculcar los procesos de la madre natura. Él mismo, previo a sus viajes, había analizado a profundidad con los máximos representantes de la ciencia europea la gama de ocurrencia de fenómenos naturales, como aquellos que deslumbraban a las nutridas audiencias de auditorios universitarios y salones de la realeza, con destellos eléctricos y estremecedoras sensaciones en cuerpos vivientes que se prestaban para tales experiencias; varias hipótesis sobre sus procederes eran contrastadas por diversos investigadores de la época. El ilustre viajero tiene también otro interés particular para adentrarse en los esteros, humedales y ríos llaneros; va detrás del gimnoto (Electrophorus electricus), el temblador, de su ignoto fluido, de su "electricidad animal" y su órgano generatriz; no había presenciado disecciones de este pez en las clásicas demostraciones académicas y la generosa llanura le ofrece la posibilidad de poner en práctica sus sólidos conocimientos de electrofisiología. Acompañado de Aimé Bomplant, no desperdiciaría esta oportunidad única en su existencia. Su interés por esta rama del saber lo llevó a interesarse también por el estudió de la fenomenología relacionada con la electricidad.



Chispazos y contorsiones

En consecuencia, es evidente que Humboldt tuviera conocimiento de que, mucho antes de este particular episodio de su vida:
a) Alrededor de 1600, William Gilbert ya había reportado sus descubrimientos científicos en De Magnete, donde clasifica los fenómenos de atracción conocidos en su época y los separa en dos categorías (eléctricos y magnéticos), introduce el término “fuerza eléctrica” para describir la interacción de dos objetos cargados por fricción y establece que podía ser atractiva o repulsiva; y donde propone un modelo para explicar la electrización de un cuerpo: por fricción se remueve el fluido o “humor” que tienen los objetos y aparece alrededor de estos un “efluvio” o atmósfera; en la actualidad hablamos de carga y campo eléctrico. El siglo VII fenece con prácticamente los mismos saberes anteriores en estas ramas de la filosofía natural; es en el siglo siguiente que se despierta un  interés inusitado por el estudio de los fenómenos electrostáticos.  
b) En 1729 el químico británico Stephen Gray, discípulo de Newton, había descubierto que la electricidad podía fluir y logró transmitirla hasta 150 metro de su fuente; demostrando que los metales son buenos conductores de la electricidad y que existían otros materiales que la generan, los cuales llamó eléctricos.
c) Charles Dufay, químico francés, había descubierto en 1733 que existía un tipo de electricidad que se manifestaba al frotar un trozo de cristal y otro, al frotar un trozo de resina; y que cuerpos electrizados con el mismo tipo de electricidad se repelían entre sí y aquellos electrizados con diferentes tipos, se atraían; en consecuencia, sin electrizar, la materia es neutra porque contiene la misma cantidad de los dos fluidos, y mediante la fricción, éstos se separan produciendo un desbalance en las cantidades tales fluidos, quedando así electrizada.

                           
                                  Botellas de Leyden.

d) Alrededor de 1745, primero el físico alemán E. G. Von Kleist y posteriormente el físico holandés Pieter Van Musschenbroeck, tuvieron la brillante idea de almacenar el fluido eléctrico. Este último, fabricante de instrumentos científicos, lo almacenaba en una botella con agua, en la Universidad de Leyden. Esta botella denominada de Leyden, se conoce hoy en día como el condensador eléctrico.
e) Alrededor de 1752, del otro lado del Atlántico, en Norteamérica, Benjamin Franklin, físico, político e inventor del pararrayos, ya había presentado la teoría del fluido único para explicar los dos tipos de electricidad y establecido el uso convencional de positivo y negativo, en vez de vítreo y resinoso, para distinguir los tipos de electricidad conocidos.
f) Se publicó Historia y Estado Actual de la Electricidad” donde el físico inglés Joseph Priestley estableció en 1767 que las cargas eléctricas se atraían con una fuerza inversamente proporcional a la distancia que las separan, tal como lo demostró Newton con la gravedad.


El electróforo.
g) El físico italiano Alejandro Volta, entre otras múltiples cosas, perfeccionó el electróforo y dio los detalles de su funcionamiento; Volta le había comentado a Priestley  y al canónigo Fromond: “he preparado uno de madera de poco menos de dos pies de diámetro...; he obtenido chispas de 10, 12 y hasta 14 pulgadas...”.

h) En 1776 Charles Agustín de Coulomb inventa la balanza de torsión para medir, con mucha exactitud, la fuerza entre las cargas eléctricas y corroborar  que dicha fuerza era proporcional al producto de las cargas individuales e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa.


Grabado de la época que muestra algunos de los experimentos de Galvani.

i) Luigi Galvani (1737-1798), profesor de anatomía de la Universidad de Bolonia, Italia, descubrió alrededor de 1780,  durante una de sus clase, cómo se producían fuertes contracciones en el anca de una rana diseccionada al someterla a descargas eléctricas. También constató que las contracciones igualmente se producían al presionar el anca con un gancho de bronce sobre una lámina de hierro. Observaciones que le llevaron posteriormente a experimentar con un arco hecho con dos metales diferentes colocados en el músculo de la rana y en su médula para comprobar las mismas contracciones. De esta manera nace el galvanismo como teoría para explicar la generación de un tipo de electricidad conocida como "fluido galvánico" o "electricidad animal", para diferenciarla de la generada por medios electrostáticos; donde se defendía que la "electricidad animal" era producida en el cerebro y transmitida por los nervios hacia los músculos; contrario a lo sostenido por el físico Alessandro Volta, quién aseguraba que la electricidad se generaba mediante la interacción entre dos metales heterogéneos sumergidos en una solución, principio a partir del cual inventa posteriormente la pila en 1800, dispositivo capaz de generar, por vez primera, un flujo continuo de electricidad, como refiere en correspondencia enviada a la Sociedad Real en “Sobre la electricidad excitada por el simple contacto de sustancias conductoras de diferentes clases”, el 26 de junio de ese mismo año. Dejando establecido así, el origen electroquímico de la corriente eléctrica en contraposición a lo defendido por Galvani, sobre su origen netamente animal, teoría con la cual Humboldt simpatizaba.

Así que, en el ocaso del siglo XVIII, la Física basaba su estudio en una serie de fluidos imponderables (efluvios, éter, flogisto, calórico, etc.) que se postularon para explicar los fenómenos electrostáticos, magnéticos, calóricos y luminosos, entre otros. Sin embargo, las investigaciones se centraron principalmente en los procesos relacionados con el galvanismo y las propiedades de los gases. En particular, el estudio de los fenómenos electrostáticos se apoderó del espíritu de los investigadores y divulgadores científicos.




Inicios de la difusión científica en Europa

 El Abate Nollet.

Tanto en Francia como Alemania se  editaron varias obras de carácter científico  durante la segunda mitad del siglo XVIII en sus respectivas lenguas de origen, gracias al desarrollo logrado con la presencia de prestigiosas universidades.  Algunos de estos investigadores franceses, en particular, alcanzaron prestigio en la divulgación del tema eléctrico. Así que, varias de sus obras fueron traducidas al español, tal como testimonia Juan Fernando Fernández G:  "En el apartado de la física, Sigaud de la Font y en especial el abate Nollet son los autores más representativos por ser los más traducidos: los Elementos de física teórica y experimental del primero, y el Curso de física experimental del segundo, parecen ser las obras de mayor importancia, a las que seguirían interesantes estudios sobre la electricidad." Otras obras de los mismos autores que tuvieron también una influencia importante en el estudio de la electricidad fueron: "Ensayo sobre la electricidad de los cuerpos" de Nollet, publicada por primera vez en 1747,  y "Descripción y uso de un gabinete de física experimental" de Sigaud de La Fond.  Con este material bibliográfico, el conocimiento científico del área se hizo popular y estuvo al alcance de un grupo importante de la población. 

Disponible en:

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El siguiente enlace contiene el primero, de los siete tomos, escritos por Sigaud de La Fond. Es el séptimo el que dedica a la descripción de la fenomenología eléctrica.

 
                              Disponible en: 
       https://archive.org/stream/lmensdephysique01aigngoog#page/n6/mode/2up

  El Abate Nollet, como también le conocían por su formación religiosa, inauguró la primera cátedra de física experimental de la Universidad de París, fue constructor de instrumentos y conferencista de saberes científicos acompañados de diversos montajes experimentales. Método de enseñanza novedoso en su época, que le permitió la difusión de la ciencia entre un público diverso, al realizar demostraciones con objetos y cuerpos cargados de electricidad en los grandes salones de la aristocracia francesa e inglesa con su discípulo De La Fond, quién  asume esta labor, después de su muerte.

Así mismo, Joseph Aignan De La Fond (1730-1810), recalca la importancia y el alcance de la divulgación científica cuando relata en "Elementos de Física. Teoría Experimental. Tomo VII", publicado en 1767, que "Desde el año de 1771, en cuya época publiqué la descripción de que usamos, hay pocos Aficionados que no las hayan adquirido semejantes, si se ha de formar juicio, por las que yo he mandado hacer, y por un números de ellas todavía mas considerable que se han extendido hasta las Provincias mas distantes. No hay, pues, parte alguna de la Física que se cultive mas que la Electricidad y por consiguiente ninguna cuyos descubrimientos deban interesar mas a los Físicos y Aficionados. "


Demostraciones públicas de los efectos de la electricidad con uno de los primeros ingenios del siglo XVIII. 

    Para Humboldt estos hecho no pasaron desapercibidos y se le ve  frecuentando los grandes salones de la realeza y los espacios académicos europeos - fue alumno de la Universidad de Gotinga - donde se estudiaba y realizaban  demostraciones experimentales con la electricidad. Tenía conocimiento de la primera máquina generadora de electricidad estática inventada en 1672 por Otto von Guericke basada en el frotamiento de una esfera de azufre con un paño mientras giraba; y de la diseñada y construida por Francis Haukskbee en 1706, con sustitución de la esfera por cilindros de vidrio. Por tener pleno conocimiento de la fenomenología electrostática conocida en su época, otras de sus alforjas de intrépido viajero contenían "...electrómetros de paja, de bolilla de saúco, y de hojas de oro laminado, y asimismo una botellita de Leyden  que podía cargarse por frotamiento...", como él mismo señala en Viaje a las Regiones Equinocciales. Iba tras el encuentro del científico primigenio de la llanura venezolana y de los misteriosos tembladores. Se enrumba definitivamente al Llano. 





Cruce de senderos

Días aquellos, cuando Carlos del Pozo y Sucre hacía vida pública en Villa de Calabozo, población llanera fundada a principio del siglo XVIII por la Compañía Guipuzcoana, como refiere el geógrafo  Agustín Codazi (1793-1859) en Resumen de la Geografía de Venezuela. Según la descripción de Humboldt, Calabozo era una próspera región donde gran parte de sus habitantes vivían de la cría de rebaños vacunos administrados por caporales. Al llegar el científico viajero a esta población el 14 de marzo de 1800, conoce al Sr. del Pozo, "estimable e ingenioso sujeto", que ocupaba " la Tenencia de la Judicatura interina para combatir el robo de ganado, a los vagos e inquietadores de la paz, las fechorías de malhechores e indios y organizar la persecución de adulterios y concubinatos" tal como lo describe Pérez Merchelli, H. Anteriormente había ejercido el cargo de subdelegado de la Renta de Tabaco, distinguiéndose por su apego y defensa a ultranza de los cánones de la corona española. Según comenta García G., S. (1980), del Pozo contaba con "la admiración y aprecio de sus coterráneos, cosa que le granjearon su condición de hombre reposado, de modales cordiales, de múltiples capacidades y sobresaliente inteligencia. Su contextura  anatómica semejaba a la del célebre hidalgo Don Quijote de la Mancha: alto, delgado y de piernas largas, pero con rasgos fisonómicos finos: tez blanca y lampiño". Poseía un modesto fundo con unas cuantas cabeza de ganado a doce kilómetros al sureste de Calabozo. Para Humboldt, del Pozo era "un europeo muy instruido", un "sujeto de poca fortuna, pero de un gran talento mecánico y de bastante instrucción en la física experimental" (Pérez, ob. cit.). Nuestro ilustre llanero se había ganado la admiración de sus coterráneos gracias a diferentes soluciones aportadas en beneficio de su región.  Cada año, con la llegada de la estación lluviosa de mayo a octubre, la Villa de Todos los Santos de Calabozo era sometida a frecuentes inundaciones, y gracias a sus sugerencias, el Cabildo de entonces, construyó varios canales o zanjas en sus alrededores a fin de propiciar el desagüe de las aguas estancadas.


También diseño, construyó y colocó varios pararrayos en los linderos del pueblo para disminuir los estragos de las tormentas eléctricas  durante la época invernal. Conocimiento éste, adquirido de manera autodidacta tras "la lectura del Tratado de Sigaud de Lafond (Joseph Aignan Sigaud de Lafond) y de las Memorias de Franklin (Benjamin Franklin). Desconocía los espacios académicos europeos y norteamericanos, y bastó con sus lecturas y profundas interpretaciones para lograr construir "una máquina eléctrica de grandes discos, electróforos, baterías, electrómetros, un material casi tan completo como el que poseen nuestros físicos en Europa " como referencia  Humboldt en Viaje a las Regiones Equinocciales (ob. cit.).

Es de pleno conocimiento entre los investigadores y docentes, que los experimentos de Electrostática, como hoy en día se conoce esta rama de la Física, requiere de condiciones ambientales muy particulares para  exhibir sus efectos con éxito. El enemigo número uno de las experiencias relacionadas con la electrización de los materiales, su almacenamiento y transferencia entre estos, lo representa principalmente el vapor de agua contenido en el aire de la atmósfera, proporción medida mediante su humedad relativa. La molécula de agua, por la estructura química tetraédrica que posee, es fuertemente polar, es un dipolo eléctrico que se comporta frente a un cuerpo cargado de electricidad, como lo hace la brújula dentro del campo magnético; se reorienta en el espacio y al estar libre en el aire, es atraída por los objetos electrizados. Al contacto con la superficie cargada, le cede o quita electrones, haciendo que rápidamente ésta se descargue. La humedad se puede disminuir en un ambiente con un acondicionador de aire, dispositivo éste, que por supuesto, no disponía nuestro personaje llanero. De modo que tendría que haber elegido las primeras horas matutinas de aquellos días de pronunciados veranos para la realización de sus experimentos. Hay que recalcar que las condiciones que imperan en muchas regiones de Europa en cuanto a una humedad relativa baja (50%), en algunas estaciones del año, favorece la experimentación con la electricidad estática; contrario a las condiciones que permanecen en los llanos venezolanos.

 Aparte de la variable ambiental, se suma la dificultades encontradas al construir el equipo y que tuvo que vencer "el Sr. Del Pozo desde que cayeron en sus manos las primeras obras sobre la electricidad, cuando resolvió animosamente procurarse, por su propia industria, todo lo que veía descrito en los libros... Desde algunos años tan sólo pudo procurarse, por vía de Filadelfia, platillos para construir una máquina de discos y obtener efectos más considerables de la electricidad" para "hacer máquinas eléctricas de cilindro empleando grandes frascos de vidrio a los cuales había cortado el cuello." De esta forma describe Humboldt el perfil científico de Del Pozo. Logra rediseñar y construir el instrumental sólo visto en las figuras laminadas de Sigaud de Lafond; razón por la cual el ilustre naturalista afirma:"Encontramos en Calabozo...un material casi tan completo como el que poseen nuestros físicos en Europa". Las experiencias relatadas en los libros de física que poseía, requería de mucha dedicación y paciencia para replicarlas; obras de profuso texto redactado, repleto de minuciosidades, pero con mínimas ilustraciones representativas de la fenomenología electrostática. Tuvo que comparar y relacionar lo descrito con lo construido, inferir y argumentar la ocurrencia de lo observado; someter a prueba innumerable veces los dispositivos de su reciente creación hasta superar defectos; hacer anotaciones en cuadernos que la desmemoria temporal extravió en el olvido. Cuántos despliegue de páginas releídas y reinterpretadas; de aciertos y desatinos en búsqueda de la presencia del fenómeno eléctrico escabulléndose entre el húmedo fluido atmosférico llanero. Hubiese querido disponer de un par académico permanente en aquellas soledades para compartirle inquietudes; de visitar los suntuosos salones europeos para someterse a sacudones eléctricos y de compartir sus experiencias con su maestro colateral Sigaud de Lafond.  

Por eso, con la llegada intempestiva de los dos honorables visitantes "No pudo el Sr. Del Pozo contener su alegría al ver por primera vez instrumentos no hechos por él y que parecían copia de los suyos." Fue propicio el encuentro para experimentar con el equipo traído del viejo continente y discutir las recientes hipótesis de la generación biológica de la electricidad. Por tal razón Humboldt manifiesta: "Le mostramos también el efecto de metales heterogéneos sobre los nervios de las ranas. Los nombres de Galvani y Volta no habían resonado en aquellas vastas soledades."



Material acreditado por Humboldt
a Carlos del Pozo

Ciertos estudiosos del presente tema hacen referencia en sus aportes  a las vivencias de un "aficionado" a los experimentos de electricidad estática durante la época colonial. Sin embargo, el hecho de que Humboldt haya certificado que el equipo construido por Del Pozo constituye "...un material casi tan completo como el que poseen nuestros físicos..."  y que se podían "...comparar sus aparatos con los que se construyen en Europa", permite considerar a Carlos Del Pozo y Sucre como el primer científico dedicado al estudio del fenómeno eléctrico en nuestro país.  Ciertamente, Del Pozo fue un autodidacta del estudio de esta particular rama científica; carecía de títulos acreditados por la Real y Pontificia Universidad de Caracas, hoy en día Universidad Central de Venezuela. Sin embargo, esta condición no incidió en su dedicación a la investigación de la fenomenología inherente a los cuerpos electrizados.  Como hemos mencionado antes, experimentar en las condiciones imperantes en el cálido ambiente llanero, requiere de muchas habilidades, preparación y paciencia. Con toda seguridad, Del Pozo tuvo que observar los cambios ocurridos bajo la acción, por ejemplo, del  frotamiento de materiales entre sí; cómo afecta un material frotado a ciertos cuerpos livianos que les rodean y cómo éstos se electrizan por contacto o influencia. Ciertamente electrizó objetos y almacenó esa singular "sustancia" en botellas de Leyden; su piel tuvo que ser sacudida por descargas electrizantes; y tuvo que saltar de emoción al ver, escuchar y oler el efímero chispazo de su primer prototipo de máquina electrostática en funcionamiento.

A continuación se describe el material experimental que  Humboldt vio en el laboratorio de nuestro científico criollo.

1. Electrómetro


En aquella época el término se usaba para describir indistintamente al instrumento capaz de indicar o medir, sí un cuerpo estaba electrizado o no. Fue William Gilbert (1600) su inventor a partir del versorium (o brújula electrica), el cual consistía de una aguja muy bien equilibrada y con bastante sensibilidad para detectar los cuerpos electrizados mediante su giro.

Según de la Fond: "Se da a los instrumentos de que se usa para medir la intensidad de la virtud eléctrica, el nombre de electrómetros; y aunque se han dedicado mucho a la construcción de este género de instrumentos, no parece que se haya llegado todavía a darles el grado de perfección que debieran tener, para desempeñar exactamente la función a que están destinados (Sigaud, 1792: 106)." Por consiguiente, en realidad Humboldt hace referencia al electroscopio. Consideramos que Del Pozo construyó electroscopios y no electrómetros, instrumentos de medición de la carga eléctrica de mayor sofisticación.

Este instrumento fue inventado por el Abate Jean Antonie Nollet para medir la intensidad de la "virtud eléctrica" alrededor de 1750, basado en la idea de Charles Duffay de utilizar la separación de dos hilos colgantes desde una varilla metálica, para observar si un cuerpo está cargado o no de electricidad.  Sin ninguna calibración se le conoce como electroscopio y se utiliza como instrumento para comprobar si un cuerpo se encuentra cargado o no de electricidad, así como también para identificar el tipo de carga que éste posee. La versión más generalizada consiste de dos láminas metálicas muy delgadas suspendida de un soporte metálico montado en la tapa aislante de una botella de vidrio. El extremo superior del soporte termina en una esfera o un disco conductor.

Inicialmente, el electroscopio descargado se encuentra en estado de neutralidad eléctrica (la carga neta es cero)  con las láminas paralelas entre sí en posición vertical y, por supuesto, en equilibrio mecánico. En estas condiciones, el torque mecánico sobre las láminas, debido a su propio peso, es cero.  La carga se le transfiere a través del disco ( o esfera). Cuando se carga el electroscopio, por ejemplo por contacto con un objeto, se le transfieren o se le quitan electrones y el soporte y las laminillas, adquieren el mismo tipo de carga y se repelen. La fuerza de repulsión eléctrica, produce un torque adicional en sentido contrario al producido por su peso y hace que éstas se separen e inclinen cierto ángulo, hasta que adopte una nueva posición de equilibrio, cuyo valor depende de la cantidad de carga que se le haya transferido. Este instrumento, por ser de fácil construcción, no debió presentar ninguna dificultad  para Del Pozo.

2. Electróforo


Este dispositivo es una máquina electrostática elemental con el cual se pueden electrizar objetos de una manera rápida y sencilla por el método de inducción. Básicamente es un condensador, el cual consta de una lámina plástica (aislante) y un disco metálico (conductor) fijo a un mango aislante para su manipulación. Fue inventada en agosto de 1762 por M. Wilck, profesor de física de Estocolmo y perfeccionado después por Volta. Hoy en día es muy fácil de improvisar con materiales plásticos (polímeros) como el papel Envoplast que se emplea en la conservación de productos del hogar y una tapa metálica de cualquier recipiente de almacenar alimentos. Sin embargo en los tiempos de Carlos del Pozo, se requería de materiales naturales como expone De La Fond en su libro: "Tómese un plano de metal de cosa de seis pulgadas de diámetro, bastante grueso para que no se doble con facilidad. Póngase orizontalmente sobre una mesa; cerquesele con un borde de papel grueso o cartón delgado, y baciece encima una mezcla en partes iguales de cera y colophonia, en la cual se echa cosa de una sexta parte de trementina de Venecia. Es necesario que hierva mucho tiempo esta mezcla, para que el ayre que contiene pueda desprenderse. Echada sobre  la platina de metal, se extiende uniformemente, se enfría y toma la consistencia conveniente; y he aquí lo que llamaremos de aquí en adelante el pastel resinoso...Se electriza este pastel con un pellejo de liebre, y todavía mejor con una cola de zorra que se pasa rápida y circularmente por encima....; se aplica encima un plato de metal, cuyo diámetro debe ser menor una pulgada que el pastel resinoso. Esto es lo que se llama ... el conductor." Continúa describiendo su construcción De la Fond, mencionando que a ésta placa conductora se le atornilla una varilla sólida de cristal para que sirva de aislante.

Al frotar el pastel resinoso con la piel de zorro, éste queda electrizado negativamente y la piel, positivamente; ha ocurrido una transferencia de electrones desde la piel hacia el pastel. Hoy en día, este fenómeno se conoce como efecto triboeléctrico. La resina del pastel tiene la propiedad de mantener la carga por varios minutos; y hasta horas, dependiendo de las condiciones ambientales. Tiempo que se aprovecha para colocar el disco metálico conductor sobre ella.  Luego, al colocar el disco metálico sobre la lámina aislante, éste se polariza, es decir cierta cantidad de sus electrones libres se depositan en la superficie superior y por lo tanto, arriba se acumula un exceso de electrones, mientras que en la parte inferior del disco se establece un déficit de estos, de modo que queda con carga positiva. El disco, en estas condiciones, continúa en estado de neutralidad eléctrica. Posteriormente, al tocarlo con un dedo para que algunos electrones pasen al cuerpo a través del dedo y finalmente a tierra, queda así con un exceso de cargas positivas. Mediante este proceder, el disco se carga por inducción con sólo colocarlo sobre la lámina  aislante  frotada (cargada) y hacer contacto con el dedo. Este procedimiento se puede repetir tantas veces como se quiera cargar el disco metálico, mientras el disco de resina  se mantenga cargado.

        Es probable que Carlos del Pozo haya seguido el procedimiento descrito por De La Fond, pues la cera de abeja, constituida por un alcohol (C30H61OH) y ácido palmítico  (CH3 (CH)14 COOH), es un material natural fácil de conseguir en el Llano; al igual que la colofonia, la cual no es más que resina de los troncos de los árboles.

3. Baterías
           

Algunos biógrafos de Del Pozo, cuando copian textualmente a Homboldt, usan el término "batería" con el significado actual que se le da en electricidad; sin embargo antes de 1800 tenía otro significado.  Según el diccionario DRAE, batería es el "Conjunto de aparatos análogos, instalados en el mismo local, que realizan la misma función o trabajo". Así que, el término "batería" que usa Humboldt en el texto, hace referencia a una agrupación de botellas de Leyden interconectadas en serie o paralelo, a fin de incrementar la intensidad de la chispa eléctrica.

Fue Franklin quién ideó conectar varias botellas de Leyden entre sí para incrementar la carga eléctrica almacenada, y de igual manera la chispa entre las armaduras. Esto lo conocía Del Pozo y por la misma razón conectó sus botellas.

Según DUF (t. II, 1796: s.v.) (citado por Moreno V. José A., 2012) " Llamase así un número mayor o menor de jarrones de vidrio, guarnecidos por dentro y por fuera de chapas de estaño, (excepto la parte superior que queda sin guarnición), y contenidos todos en una caxa de madera aforrada [sic] también de chapas de estaño [...]. Este aparato construido de este modo, se electriza a la manera de la Botella de Leyden [...]; y produce un efecto tanto mayor, quanto los vasos son mayores, o hay un mayor número de ellos."

En consecuencia, en el texto de Humboldt, el término batería no tiene la connotación que se usa en la actualidad. Además, para la fecha de su llegada a Calabozo, Volta acababa de inventar la pila eléctrica, noticia ésta desconocida por él y Del Pozo. Justamente el 20 de marzo de 1800, cuando Humboldt coincide con Del Pozo, Volta está informado de su invento a la Real Sociedad de Londres.

Este dispositivo es básicamente un condensador que se utiliza para almacenar energía eléctrica mediante la carga eléctrica que se le transfiere. Consiste de dos láminas metálicas, conocidas como armaduras, colocadas frente a frente y separadas mecánicamente entre sí. En algunos casos, las armaduras están separadas por una lámina de plástico muy delgada (dieléctrico), con una de ellas conectada a tierra. 

4. Máquina eléctrica de  botella de vidrio


Este tipo de máquina inventada por el inglés Edwar Nainer (1726-1806) en 1773, la describe Sigaud de Lafond en el séptimo tomo de la siguiente manera:  consta de "un cilindro de vidrio de doce pulgadas de diámetro y diez y nueve de largo... La almohadilla ó el flotador tiene catorce pulgadas de largo y cinco de ancho; está cóncavo de modo que abraza la convexidad del cilindro; y le sostienen y aprietan contra este dos resortes de madera, asegurados sobre dos cilindros pequeños sólidos de cristal, colocados orizontalmente y fixado por baxo del cilindro; por cuyo medio el flotador ó la almohadilla está aislada. Esta máquina se mueve circularmente por una rueda de veinte y quarto á treinta pulgadas de diámetro." Uno de los cilindros está conectado con la almohadilla, mientras que el otro está conectado, a través de puntas, con el cilindro giratorio de vidrio. Su principio de funcionamiento es la electrización por fricción del cilindro de vidrio mediante la almohadilla.  La superficie del cilindro de vidrio  queda con carga positiva, en tanto que la almohadilla adquiere carga negativa. En consecuencia, se establece una diferencia de potencial entre ellos, de modo que al acercar los respectivos arcos que tiene cada cilindro metálico entre sí, salta la chispa, por tener cargas contrarias.

Tomando como modelo esta máquina, Del Pozo empieza a fabricar "máquinas eléctricas de cilindro empleando grandes frascos de vidrio a los cuales había cortado el cuello."  Por consiguiente Humboldt no la vio funcionando. Se desconoce si tuvo éxito en esta tarea; pero dado el perfil de Del Pozo es probable que la hubiese fabricado, pues es de simple construcción.

5. Máquina eléctrica de grandes discos de vidrio



En "Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente"  Humboldt hace referencia a una "máquina de grandes discos" que induce a pensar que Del Pozo construyó una máquina de dos discos. Por tal razón comenta que Del Pozo "Desde algunos años tan sólo pudo procurarse, por vía de Filadelfia, platillos para construir una máquina de discos y obtener efectos más considerables de la electricidad."

Sin embargo,  para la fecha (1800) del encuentro no se habían inventado máquinas que funcionaran con más de uno.

Quizás se refiere a la máquina de Ransdem, la cual sólo consta de un disco, como se muestra en la figura. Según Sigaud de La Fond, fue él quien la inventó, pero las dificultades que surgieron con la montura del disco de vidrio lo hizo desistir. Posteriormente Ramsdem superó tal dificultad,  construyendo una  de 30 cm de diámetro. En poco tiempo Lafond superó la marca con otra de 60 cm, capaz de generar una chispa de 23 cm. Más tarde, el Duque de Chaunes mandó a construir una de mayores dimensiones que producía chispas hasta de 56 cm de largo, en condiciones ambientales favorable.

El pararrayos

Humboldt no menciona que Del Pozo haya construido pararrayos basado en las Memorias de Franklin que vio en su laboratorio; sin embargo, para 1800 se conocía muy bien el aporte realizado por Benjamin Franklin sobre la naturaleza eléctrica del rayo basado en el famoso experimento de la cometa y su sugerencia de construir un dispositivo para canalizar su energía, ya que en Europa el naturalista francés Conde de Buffon se había interesado por este conocimiento y se encargó de darle la concebida divulgación. Por consiguiente, es muy probable que nuestros personajes hayan comentado algo sobre la física del pararrayos y su utilidad en la prevención de desastres en las tormentas eléctrica. En todo caso, existe evidencia que Del Pozo los construyó y montó alrededor de la Villa de Todos los Santos de Calabozo para proteger las edificaciones de las tormentas eléctricas. Según el primer cronista de Calabozo, José Rafael Viso Rodríguez (1885-1967), para 1964 aun se podían observar los restos de los pararrayos de Del Pozo en el sector Banco de los Pararrayos, hoy en día, espacio donde está ubicado del  aeropuerto de la ciudad (Pérez M, H.).

2 comentarios:

  1. Excelente publicacion, este es el tipo de Blog que necesita nuestro pais!

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  2. Realmente excelente publicaciòn, pues como Calaboceño e Historiado popular, siempre me ha interesado la historia de Calabozo y mas aùn de este insigne cientìfico radicado en estàs vastas llanuras calaboceñas, que a la postre constribuyò con el adelanto tecnològico de la època y de nuestra regiòn, lamentablemente un pequeño monumento fuè erigido en la Av. con su mismo nombre pero la acciòn del tiempo, el vandalismo y la falta de mantenimiento lo han desaparecido casi en su totalidad.ojalà pudieran recuperarlo
    para dar a conocer a sus habitantes la historia de su pueblo.

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